Ninguneado como oficio, a pesar de ser uno de los más antiguos del mundo, como constantemente se repite, la prostitución afronta en el siglo XXI grandes cambios. Por primera vez en mucho tiempo se está abriendo el debate real sobre su regularización, para legalizarla o abolirla por completo. Por primera vez en mucho tiempo, las chicas que llevan a cabo estos servicios cuentan con asociaciones que les prestan ayuda y apoyo. Por primera vez, muchos hombres están empezando a entender que pueden ser cómplices de un auténtico infierno para muchas de estas mujeres, obligadas a prostituirse. Las cosas están cambiando, eso es cierto, pero lo hacen a un ritmo muy lento, y mientras tanto, las profesionales del sexo deben seguir luchando por salir adelante, como siempre. La prostitución no ha dejado de crecer, porque la demanda sigue siendo enorme, incluso en tiempos de Covid. Esto nos da ya una buena imagen de la importancia que tiene este sector, a pesar de haber sido históricamente marginado.
A lo largo y ancho del planeta, millones de mujeres, de todas las edades y etnias, ejercen la prostitución en lugares tan dispares como los parques públicos, o villas de lujo. Muchas están explotadas sexualmente por proxenetas que sacan partido de sus cuerpos para ganar mucho dinero con ellas. Otras tantas se ven avocadas a este negocio por no encontrar otra salida para poder comer y pagar facturas. En otros casos, las chicas que se prostituyen lo hacen por voluntad propia, para llevar un ritmo de vida bastante caro. Con todo esto solo queremos mostrar que dentro de la aparente homogeneidad de lo que llamas prostitución hay muchas realidades, muy diferentes entre sí. Concentrarlas todas para analizarlas de manera general es complicado, pero también necesario, sobre todo para entender el calado que este negocio sigue teniendo en nuestra sociedad. El hecho de que más de la mitad de los hombres confiesen haber pagado por sexo deja bien claro que no estamos ante algo aislado ni marginal. Las cifras asustan, pero son necesarias para entender esta compleja realidad.
Un sector en auge permanente
Marginadas, apartadas del sistema, señaladas en muchas ocasiones como causantes de prácticamente todos los males… Las prostitutas son las grandes olvidadas dentro de nuestra sociedad, al menos a la hora de encontrar ayuda, apoyo y reconocimiento a su trabajo. Sin embargo, esto no ha hecho que el sector se venga abajo, sino todo lo contrario. La prostitución se ha ubicado en muchos países al margen de la legalidad, donde convive con otros negocios peligrosos como el tráfico de drogas. Lo curioso es que el sector sigue creciendo, y esto se debe a que la demanda también lo hace. Los hombres siguen buscando el placer a cambio de dinero, siguen necesitando los servicios de estas escorts profesionales. Y mientras eso siga siendo así, la prostitución seguirá existiendo, más o menos a la vista, pero expandiéndose por cualquier lugar.
Prostitución por paises
La realidad de la pandemia puso patas arriba también el sector de la prostitución, provocando cambios evidentes, tanto en la forma de trabajar como en el número de chicas que llevaban a cabo estos servicios. Pero tenemos informes de los años anteriores, bastante recientes, donde se expone la situación en negro sobre blanco, sin tapujos y con cifras que seguramente sorprendan a más de un lector. Aunque no se puede tener una constancia absoluta del número real de prostitutas en el mundo, las estimaciones hablan de 50 millones de personas ejerciendo este negocio. Muchos expertos apuntan a que el número es aún más alto, pero tampoco se pueden confirmar. Los datos apuntan a un crecimiento en este número, que seguramente se haya frenado en los últimos dos años.
En cuanto a países, Tailandia aparece en el primer puesto de naciones donde más sexo se consume. El 71% de los hombres de aquel país afirma haber pagado por este tipo de servicios, un número brutal. Le sigue Puerto Rico, que se queda en un 61%. Lo llamativo es que en el tercer puesto mundial aparece España, donde un 39% de los hombres confiesa haber utilizado los servicios de alguna amante profesional. Es el país más destacado de Europa, a mucha distancia del resto de naciones como Suiza, Austria o Países Bajos, donde además, la prostitución sí que está legalizada. La forma en la que la prostitución se ve en estos países, o en otros como Brasil, Indonesia o Cuba, tiene mucho que ver también con las necesidades de esas mujeres. Y es que es habitual que muchas chicas se ven empujadas a entrar en este negocio al no poder acceder a otros puestos laborales mejor remunerados y más seguros.
El 80% son mujeres
Llevamos analizando el tema de la prostitución durante todo el artículo, siempre desde un punto de vista femenino, algo que seguramente no les haya llamado la atención. Y es que el 80% de las personas que trabajan en este tipo de servicios son mujeres, la mayoría de ellas de edades comprendidas entre los 20 y los 40 años. Por desgracia, también hay chicas mucho más jóvenes, incluso menores de edad, sobre todo en países subdesarrollados o en vías de desarrollo. En estos lugares, los proxenetas no tienen muchos problemas en comprar literalmente a estas niñas y utilizarlas como esclavas sexuales, una realidad que muestra la parte más oscura y aterradora del ser humano, pero que parece no alarmar demasiado a las instituciones. De lo contrario, la mayoría de países ya habrían dado un paso para regularizar este sector y perseguir de verdad a esos proxenetas.
La prostitución masculina
Pero para hablar de manera realista de la prostitución no podemos dejar fuera tampoco a los hombres que la practican. Son un 20% del total, y en muchos países ese porcentaje se hace incluso más desigual, pero siguen siendo importantes, hasta el punto de que muchas veces se consideran los marginados dentro de este sector ya de por apartado. La prostitución masculina se lleva a cabo en todos los países, pero es especialmente importante en Tailandia, Brasil, República Dominicana o Colombia. Al contrario de lo que ocurre con la prostitución femenina, apenas hay burdeles para tener sexo con hombres, sino que estos suelen ir a clubes o saunas a ofrecer sus servicios. Muchos lo hacen por propia voluntad, ya que la trata de jóvenes con fines sexuales se centra solo en las mujeres, una ventaja que pocas veces se destaca. Estos gigolós suelen atender tanto a hombres como a mujeres, aunque su principal sector de clientela sigue siendo masculino.